lunes, 19 de mayo de 2014

¿Sabes que es doloroso? Que no apruebes nada de lo que hago. Que no te fijes en nada bueno de mí. Que sólo rescates lo malo. ¿Por qué me miras, entonces, tú que sólo ves el defecto en los demás y no en tú mismo? Lo lógico sería pensar que soy una pérdida de tiempo, pero aún así insistes en resaltar cada día cada cosa que hago mal. No juguemos a juzgar, porque sabes que te convertirás en ese niño pequeño que llora por no haber podido ganar el juego. Entonces por una vez en tus tantos años, mírate y contéstame: ¿eres perfecto? Claro que no. Nadie lo es, ¿sabes? No esperes de mí cosas que nunca ocurrirán, porque no soy como quieres que sea, y no tengo por qué pedir disculpas por eso. No pediré disculpas por no ser perfecta.

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